Jose, sin más señas, vino a pedirme dinero para poder comer, de sobra que lo que Jose llama comer no tiene el mismo significado para él que para mi. Por lo visto en Santiago hay un comedor de caridad que por poco dinero te dan un plato de caldo o de garbanzos. Jose me pidio 50 céntimos, pero yo le di un euro a cambio de que me dijese donde estaba ese comedor y comer yo también allí. Por supuesto estaba de broma y gracias a Dios no necesito de la caridad ni tampoco de consumir ninguna droga. Jose es el paradigma de joven que ha destrozado su vida consumiendo estupefacientes sin control y que vive de la caridad de pelegrinos y turistas.
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